- CONDENADOS -
CONDENADOS
Condenada está la gallina…
y ya antes lo estaba el gallo, por su temprana bocina.
Condenada está la siembra, y cualquier tipo de agricultura…
ver ahora un tractor en el campo, se considera como una mancha oscura, en una hermosa pintura.
Condenada está igualmente, toda la ganadería…
porque dicen que caga y sopla, muchísima porquería.
Condenado está el barco del pescador…
porque dicen que esquilma los mares, desde al anochecer al albor.
Condenada pues está la subsistencia en el rural…
porque dicen que altera la naturaleza, para mal.
Lo cierto es que cuando no había tanto interesado control…
cantaban el mirlo, la golondrina, el gorrión, y el verderol.
Ahora ya no canta la cigarra, ni canta el grillo, ni vuela el escarabajo…
ahora todos los aldeanos a tomar el sol, queda prohibido el trabajo.
Ahora ya no quedan viñas artesanas, ni aguardientes explosivas…
ya no se ven jamones a curar, y si alguno se divisa, llegan de inmediato las multas administrativas.
El lobo tiene su código, igual que el asno más remolón…
la supervivencia hace el zorro sabio, igual que ágil al hurón.
En el monte y en la aldea casi todo era convivencia, y complicidad…
animales y personas se las arreglaban, para vivir en comunidad.
Que queda de aquellos chorizos y de aquellas morcillas…
de aquel pan de maíz, de aquellas truchas, y de aquellas mantequillas.
Que queda de la tierra de Rosalía, de sus ríos, y de sus fuentes, y de sus montes…
sino frecuente sequía, y quemados y ennegrecidos horizontes.
Y aquellas celebraciones, con cocidos, cafés con aguardiente, brandy, y hasta con Quina Santa Catalina… eran más entretenidas y familiares, todas aquellas fiestas, que ahora un gran concierto de Joaquin Sabina.
Como dice Pedro Pinto en Internet, en la época de la palangana y el orinal, la mierda de culo estaba mejor distribuida…
entonces no había tantos ecologistas cuidando de sus chiringuitos, como ahora, y la realidad del campo no estaba así, tan prostituida.
Los molinos se caen piedra a piedra, porque nadie esa piedra acaricia…
el abandono y el paso del tiempo, cruelmente las ajusticia.
Aquellos canteros sabios y con manos hechiceras, y ojos de equilibrista…
ya se fueron hace tiempo, ya no están para cincelar, en cada piedra, sus firmas de artista.
Y así este caminante pasea mira y contempla, y se entristece…
porque el encanto de esas, en otros pasados tiempos, señoriales aldeas, desaparece.
De verdad que el hombre es bueno en este, y para este mundo…
de verdad que en estos tiempos esto es progreso, yo digo que no, con un no rotundo.
Antes en los montes había sabrosos alimentos, y claro también insectos con su azote…
ahora el ruido de las aspas de esos eólicos, que atropellan el silencio subyacente, asombrarían al mismísimo Don Quijote.
Aquellos arroyos y riachuelos y demás manantiales, daban de beber a cualquier sediento…
ahora los del agua cocinada, embotellada, y mineral, dicen que, si bebemos de esas aguas, perderemos el aliento.
Todo tiene que estar registrado, todo con fecha de caducidad, todo con etiqueta eco…
pero si les regalas a los que vigilan su cumplimiento, algo, aunque sea sin etiqueta, te cubren con su chaleco.
Siempre el humilde a sufrir el sometimiento dentro y fuera de su hogar…
siempre ha soportar la rapiña de los que, con sus artimañas, se han montado en un altar.
Y duelen las advertencias, porque te discursan, descamisados ellos ese día, “si no nos eliges, ya sabes”… puede que nunca nada tengas, y que desnudo te quedes, y que muy mal acabes.
Tanto eucalipto atropella no solo a los rumorosos, sino a todos los demás árboles nativos…
sus raíces beben en la distancia, sus hojas en el suelo no tienen amigos, y además sus falsos frutos, para nada son aperitivos.
Seguro que cuando ya nadie trabaje en el sector primario, que cuando esté destruido…
vendrán todos los alimentos de otros países, pero con precios obscenos y abusivos, y así para los de siempre, negocio conseguido.
Reitero que esta sociedad actual, así tal cual, es como la de aquél ternero mal parido…
que, al quererse asomar a la vida, nacerá y con ayuda, pero seguro que muy mal herido.
Pido piedad porque mis recuerdos de disfrute y alegría, ya casi languidecen…
pero los de esos benditos lugares, en los que he corrido y crecido, esos sí, que no desfallecen.
Pido que las generaciones presentes y futuras…
sean capaces de soltarse de estas cadenas, y de todas estas ataduras.
Que vuelva, aunque sea un poquito nada más, todo aquel encanto natural…
que no todo sea tan pasajero, y tan banal, que no todo sea, tan artificial.
Que la sociedad de plantas minerales y animales, conviva de nuevo en armonía…
que viva de nuevo la vida, con sus contundentes sonidos, y toda su algarabía.
Sé que después de todo lo escrito, muchos dirán que no es para tanto, que lo mío es fantasía, y que no soy consecuente…
por eso ellos, nunca me darán la razón, sencillamente porque no podrán, ya que la razón, no miente.
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SENÉN CAMPOS MACEIRAS
A ESTRADA – 10/03/2.024
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