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Senén Campos Maceiras

- UNA NIÑA INOCENTE MÁS QUE MUERE EN NOMBRE DE MAHOMA -

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El juicio a un predicador saudí por violar y matar a su hija desata la indignación


Ángeles Espinosa Dubái 9 FEB 2013 - 20:10 CET

Nada va a devolverle la vida a Lama, una niña saudí de cinco años muerta como resultado de una brutal violación. Sin embargo, la campaña de las activistas saudíes y el escándalo internacional que ha desatado tal vez logren que el responsable sea castigado con una larga pena de prisión. Las sospechas recaen sobre el padre de la niña, un popular telepredicador que ha confesado haberla disciplinado ante su temor a que hubiera perdido la virginidad. Las promotoras de la movilización quieren evitar que el controvertido sistema judicial de Arabia Saudí le permita librarse de la cárcel con el pago de una mera compensación económica a la madre. Solo el enunciado de lo ocurrido a Lama pone los pelos de punta. El 25 de diciembre de 2011, la niña ingresa en el hospital Rey Saud de Riad con el cráneo aplastado, el brazo izquierdo y varias costillas rotas y una uña arrancada. La madre, que está divorciada del padre y no tiene la custodia, ha declarado a la prensa local que el personal médico le dijo que su hija tenía el recto rasgado y que el causante había intentado cauterizárselo. Diez meses de agonía después, la pequeña Lama muere. El rumor que se extendió a principios de esta semana, a raíz de la vista del caso que se celebró el pasado domingo, es que el padre fue excarcelado. Dada la falta de transparencia informativa que caracteriza al Reino del Desierto, varios medios anglosajones se hicieron eco de una noticia no contrastada según la cual el polémico clérigo, Fayhan al Ghamdi, había quedado en libertad tras pagar a su exesposa el equivalente a unos 35.000 euros en concepto de diyá, literalmente “dinero de sangre”, que es la compensación económica que la ley islámica (sharía) establece para los herederos de la víctima de una muerte violenta. “No, no es en absoluto cierto”, desmiente Aziza al Yusef, una de las activistas saudíes que ha liderado la campaña para que se haga justicia con Lama. “Al Ghamdi sigue en prisión y el juicio continúa; la próxima vista será el miércoles”, asegura durante una conversación telefónica con esta corresponsal. Gracias a la movilización de las activistas, la madre de la pequeña ha podido disponer de un abogado facilitado por la Organización de Derechos Humanos y el caso se ha conocido tanto dentro como fuera de Arabia Saudí. Eso ha sido suficiente para desatar la indignación generalizada, incluso en un país donde hay clérigos que para evitar el abuso infantil proponen que a las niñas se les tape la cara desde la cuna. La policía detuvo a Al Ghamdi, un predicador que suele aparecer en las cadenas locales de televisión pontificando sobre moralidad. Según la filtración de su declaración ante las autoridades, sospechaba que su hija no era virgen y tras un examen ginecológico que no le dejó satisfecho, admitió haber usado un bastón y cables eléctricos con la niña. De ser cierta, esa confesión sería suficiente para inculpar al perverso padre. Sin embargo, en Arabia Saudí no hay un código penal escrito y los jueces se basan en su particular entendimiento de la ley islámica, un laberinto de dichos y tradiciones, a menudo contradictorios y que se han probado gravemente misóginos. Según una de esas provisiones, a un padre no se le puede responsabilizar de la muerte de sus hijos porque su pérdida es ya suficiente castigo. De ahí, que haya surgido el temor de que un hombre con tanta labia como Al Ghamdi pueda librarse de la cárcel tras compensar a la madre. La mujer, cuya identidad no se ha revelado, ha rechazado esa posibilidad. Al Yusef, que está en contacto permanente tanto con ella como con su abogado, recuerda que esta insiste en pedir la máxima pena posible, sea la condena a muerte o cadena perpetua. Sin embargo, las activistas quieren ir más allá y utilizar este caso como palanca para que se suprima el fundamento que permite semejante despropósito. El hecho de que el caso de Lama haya salido a la luz y se esté debatiendo en los medios locales pone de relieve que, junto al horror del abuso infantil y la violencia doméstica, en Arabia Saudí empieza a existir conciencia del problema frente a un pasado no tan lejano en que esos asuntos se consideraban privados. De hecho, su caso llegó a las autoridades gracias a la denuncia del centro de protección infantil del hospital en que la niña fue ingresada. Ese centro es fruto de un Programa de Seguridad Nacional que se puso en marcha en 2005. Las mujeres que están detrás de ese esfuerzo, incluidas varias princesas, tuvieron que convencer al muftí para que declarara que la violencia doméstica era un crimen. Pero no lograron que emitiera una fétua.

http://internacional.elpais.com/internacional/2013/02/09/actualidad/1360436968_171071.html

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SENÉN CAMPOS MACEIRAS

A ESTRADA - 11/02/2.013

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