- CARTA A LA PRESIDENTA O AL PRESIDENTE DEL CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN DE UN BANCO EN ESPAÑA
En el día de hoy después de meditarlo un tiempo, he escrito una carta a la directora o al director a saber (aquí no pongo sus datos, porque ante la negativa propaganda que le haría, igual me llaman a cuentas mediante una demanda, pero para esa personalidad económica la carta si ha ido con nombre y apellidos), de un Consejo de Administración de un banco español, por los motivos que en la misma expongo, así pues a leer a quien le interese…
Y MUCHAS GRACIAS A TOD@S POR LAS YA MÁS DE 15.000 VISITAS A DÍA DE HOY (08/06/2.010) A ESTE ESPACIO QUE CON TANTO ILUSIÓN ADMINISTRO ------------------ A Estrada, 07 de junio de 2.010 PRESIDENTA y/o PRESIDENTE XXXXX – M A D R I D .- Estimada-o señora-señor: Hace ya un tiempo que tenía previsto escribirle esta carta, pero lo he ido dejando para madurar un poco su redacción, y para sobre todo enfriar los ánimos. Resulta que en la sucursal de su banco de este pueblo (A Estrada), trabajaba la señorita MARTA CALATRAVA BLANCO, cumpliendo a la perfección con su cometido de atención al cliente, por su amabilidad y disposición en todo momento a lo que se le podía pedir, y he dicho trabajaba, porque desde hace unos meses ya no lo hace, y cuando pregunté el porque de su ausencia, compañeras de la oficina (XXXXX de A Estrada) me comunicaron que había dejado de prestar sus servicios a la entidad, no por despido, sino de mutuo acuerdo entre las dos partes, banco y empleada en este caso. Permítame que piense que efectivamente ha sido un despido sin más, pero bueno, no es mi intención decirle como debe de gestionar el banco que dirige, ahora bien, los clientes como parte fundamental del negocio del banco, también tenemos derecho a opinar, y opino que no esta nada bien, que cuando una determinada persona que trabaja en la entidad, demuestra con hechos su perfecta adaptabilidad al cargo que tiene asignado, y su capacidad para el desempeño del mismo, no debe de ser sin más “barrida” por la política del Consejo de Administración del banco, quizás con el único objetivo de abaratar costos de personal, porque resulta que después ese abaratamiento de costos no se refleja (por ejemplo) en las jubilaciones casi obscenas que ciertos ejecutivos se llevan, ni en el reparto de beneficios entre los miembros que forman ese Consejo de Administración. Por lo tanto como persona anónima de la calle, o como cliente, me siento con el derecho de manifestar mi repulsa a que los empleados de los bancos, sean tratados por estos, como simples números, y no como personas que a diario hacen verdaderos malabarismos ante los clientes, para que estos (los clientes) salgan más o menos contentos y el negocio del banco en el que trabajan no se resienta. Cada vez más nosotros los clientes, odiamos más a los bancos, porque resulta que los bancos trabajan con nuestros dineros, que no son suyos sino nuestros como acabo de decir, y ganan más que nosotros (en mi caso un humilde comerciante), que vende lo que al final es suyo porque más tarde o más temprano lo tiene que pagar, el banco en cambio paga por el dinero que no es suyo una cantidad X cuando el cliente lo deposita , y cobra cuando se le pide XXXX o más; el banco en sus balances cada año manifiesta haber ganado un tanto por ciento más que el año anterior, mientras que sus clientes cada año ganan con el dinero que tienen en la entidad, un tanto por ciento menos también que el año anterior. Así pues, manifiesto que ni es ético, que ustedes traten a los empleados como simples números, disponiendo de ellos casi como se hace con cualquier mercancía, ni es ético que siempre busquen la forma de ajustar gastos, penalizando a los que menos lo merecen, y todo ello para premiarse a ustedes mismos de forma casi avariciosa y prepotente. Nombran a antiguos (o menos antiguos) políticos consejeros, y los sientan claro en los Consejos de Administración, para después cuando los necesitan, poderse aprovechar de sus influencias, conocimientos, y poderes, para que en ningún momento las leyes vigentes que se puedan aplicar, o las futuras que se puedan promulgar, les sean adversas a sus intereses, y así poder seguir con estas políticas insolidarias hacia los que más trabajan por las entidades bancarias (sus empleados), y para que ustedes como ya queda dicho en la presente, puedan seguir abusando de sus privilegios, en cuanto a acordar gratificaciones hacia ya sus abundantes patrimonios se refiere. Ratifico aquí para terminar mi afectuoso recuerdo a MARTA CALATRAVA BLANCO, y a otras y otros tantos trabajadores de su banco, que han sido despedidos en su día injustamente, perjudicándoseles no solo a ellos mismo (los primeros), sino a los clientes como yo, ya familiarizados con sus inmejorables atenciones, y que ahora hemos tenido que retomar esos servicios con otras trabajadoras o trabajadores, para las o los que no sabemos lo que usted y su banco podrán disponer mañana mismo. Y sin nada más a que referirme en la presente, me despido, no sin antes desear poder seguir contando con la confianza de su banco, y enviándole a usted y a sus colaboradores del Consejo, un cordial y sincero saludo. Atentamente. Senén Campos Maceiras
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