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Senén Campos Maceiras

- A AQUELLAS SANTAS MUJERES -

- A AQUELLAS SANTAS MUJERES -

 

Desde hace tiempo he querido recordar con una poesía, a todas aquellas SANTAS MUJERES  que sufrieran la ausencia de sus maridos, emigrados sobre todo a Cuba y a Sudamérica, antes y después de la guerra civil española, que viajaron con la intención entonces de mejorar la situación de sus familias, pero que jamás regresaron muchos de ellos, dejando a las esposas y a las madres de sus hijos, con la responsabilidad de criarlos, mantenerlos, y educarlos... ellas solas; esto sucedió más en tierras gallegas, que en otras partes de España. Ninguna de ellas falló en este muy penoso y difícil cometido en aquellos malos tiempos, por lo que si de mi dependiera, las nombraría  SANTAS  a todas y a cada una de ellas.

 

 

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 A la memoria de dos de mis tías, por parte de padre 

 

 

- A TODAS AQUELLAS SANTAS MUJERES -

 

 

En esta tierra antes y después de una guerra

muchos hombres tuvieron que emigrar

siendo sin distinción de la llanura o de la sierra

todos ellos justificaban que para a su familia mejorar.

 

Muchos nada habían de traer al regresar

y por numerosos y diversos motivos

otros en lejanos lugares se habían de quedar

quizás algunos incluso, por otras mujeres cautivos.

 

Y así con esfuerzos y trabajos desmedidos

las madres de sus hijos, sus mujeres

 tendrían que sobrevivir tan solo con algunos cultivos

vigiladas, sometidas, y expoliadas por diversos poderes.

 

Así llenas de temores en aquellos pasados oscureceres

sus cuerpos y sus mentes siempre se atormentaban

sin las compañías de sus maridos y con escaso enseres

a sus hijos y familiares como podían alimentaban.

 

Desde el amanecer hasta el ocaso todas ellas trabajaban

pensando que aquellos emigrados pronto volverían

pero el tiempo pasaba y ellos nunca regresaban

y de muchos tampoco noticias nunca recibirían.

 

En donde estaban... !!, en compañía de quien estarían... !!

a menudo esas triste mujeres se preguntaban

pero nunca aquellos pensamientos suyos les responderían

porque muchos de aquellos hombres en ellas ya no pensaban.

 

Malos hombres que con denigrante egoísmo las abandonaban

y que de su cercana realidad se desentendían y huían

maridos y padres que incluso de sus propios hijos renegaban

 y que en otros lugares del mundo con sus traiciones vivían.

 

Vaya este alabanza para esas  SANTAS MUJERES  que sufrían

en aquellos malos tiempos todas esas penuriosas ausencias

y caiga el castigo sobre todos aquellos que nunca regresarían

y que todo el mal que hayan hecho, se cargue en sus difuntas conciencias.

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Senén Campos Maceiras 

A Estrada 16/11/2.009

 


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