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Senén Campos Maceiras

- O TRASNO DO TEMPO - (El Duende del Tiempo)

- O TRASNO DO TEMPO - (El Duende del Tiempo)

CAPITULO TERCERO

  De nuevo por aquí, después de atender la llamada de mi madre, después de cumplir con unos recados que no voy a contar, y después de ir al pueblo al ciber, de teclear en el Google, y mirar eso del milagro de San Vicente Ferrer; desde luego que cosas pasaban en la pobre España de entonces, o que cosas se dicen que pasaban, porque no creo mucho en lo que se cuenta, y por no creerlo del todo, mejor no os lo explico, vosotros mismo podréis mirarlo como lo he hecho yo. El día hoy no esta tan gris, pero frío sigue haciendo, el suficiente para que el abuelo Benito siga encerrado como moderno anacoreta, en su cueva de ladrillo y cemento, eso si con el fuego siempre encendido  (a medias), porque tiene la costumbre de mojar un poco los troncos para que duren más, y es que mi abuelo es como decimos por aquí...  "a ostia".

  - Hola abuelo, que tal la meditación.

  - Hola Ramiriño.   ¡ Que meditación !.  -Me dijo haciendo como un clip con la cabeza-.

  - Bueno hombre lo digo porque tu aquí con la sola compañía del fuego, pues eso. Por cierto sabes que he mirado eso del milagro del santo que decías,  ¡ y no me lo creo !.  -Le dije convencido-.

  - Yo no lo creería si no fuese porque aquellos tiempos fueron así de críticos, porque hay bastante documentación, y porque por lo que me queda por contarte, todavía hay... sinó cosas peores... si al menos parecidas.

  - Y que quieres contarme hoy abuelo. Sabes que voy a tener que tomar nota de algo, que sinó igual con tanta historia se me olvida.

  - No creo. A mi no se me ha olvidado nada, y ya tengo unos pocos capítulos en la cabeza.  ¡ O en el koko como decís ahora los jóvenes !.

A esto siguió un profundo silencio, mientras buscaba el buen hombre trozos escogidos de madera, para condenarlos al fuego.

  - Neno, vamos allá pues.  ¡ Estás relajado y tranquilo !.  Porque lo que viene ahora te gustará.  -Dijo despertando mi interés-.

  - Todo lo que te he contado ha sido lo que Fariñas le habia dicho a su hijo de su padre; este  (el hijo)  se llamó entonces  "Brandán". Antes de que me preguntes, creo que es un nombre de origen celta, como muchos entonces.

  - Ahh... vale.  ¡ Y por cierto !, no me has dicho tadavía como se llamaba la aldea en donde vivían los protagonistas de tus relatos.

  - Pues recuerdo algo así como  "Paspallás de Brañas", aunque mi padre, me explicó que recordaba como el nombre que le daban los señores que visitaban a quellas gentes...  ya sabes por aquello de los impuestos era el de  "Tras das Fontes de Don Breoganus".  -Dijo mi abuelo todo orgulloso al poder recordarlo, y dejarme sin más preguntas que la de...  que porque le llamaban de formas diferente, según nombrasen aquél ya famoso  asentamiento unos u otros-.

  - Verás  "neno". Nuestros parientes y sus vecinos, llamaban a su asentamiento como siempre lo recordaban; pero el señor que dominaba aquellos territorios, lo llamaba además de como se le antojaba, con su nombre al final, puesto que tanto tierras, como gentes, como animales que allí vivían le pertenecían,según sus particulares leyes. Por otra parte lo de  "Fontes"  venía porque vivían efectivamente muy cerca de unas  "Brañas" en donde nacía un río.

  -  ¡ Vaya vaya !,  -respondí-.  Me empezaba  a gustar lo que el viejo me contaba, cada vez ponía más interés en escucharlo sin perder detalle. Él se debió de darse cuente de mi acentuada atención porque enseguida me comentó... como en voz más baja para que no oyeran ni las oscuras paredes de aquél caliente lugar.

  -  ¡ Prepárate netiño !,  (nieto en cariñoso)...  que lo que te contaré que hizo Fariñas según su hijo, es para escribir toda una novela de aventuras, ahora que no le pueden hacer nada... claro.  ¡¡¡ JAJAJAJAJA !!!.

  - Pero ahora tengo que ir a tomar la pastilla esa maldita que parece tanto bien me hace.  -Comentó con enfado y arrogancia al mismo tiempo-.

Pero marchándose a toda prisa como si un alma flotando en el viento lo persiguiera, señal seguro de que la pastillita para el corazón, hacía ganarle confianza y le infundía optimismo en aquella vida, que poco a poco se notaba cansada. Mi abuelo tenía en esos dias 85 años.

  - Y muchos más que voy acumplir.  -Recuerdo me decía a menudo-.  ¡ Para que quieren a un viejo como yo !.  Para nada... seguro que para nada,  -se repetía-.  Antes tiene que morirse   "El Latinero"  ese  -que así le llamaba él a nuestro cura, como otros también-.  Porque si le toca oficiar mi funeral, seguró que me insultará aun después de que yo ya me haya muerto...  ¡ el muy desgraciado !.  ¡ Que seguro que me la tiene guardada, pero puede esperar rezando !.

Y es que el cura tenía los mismo años que mi abuelo, aunque los cumplía unos meses después, pero aun mandaba en la iglesia como siempre lo había hecho; yo desde siempre lo recordaba alli. Y lo de  "Latinero"  se lo habían puesto porque no era propenso para nada a decir la misas en castellano, y en gallego ya ni hablar; cuando  Manoliño  "Da Casona"  le dijo un día que si podía tocar la guitarra en la iglesia, casi casi lo excomulga Don Adolfo  (que así se llamaba en realidad); y aunque el bueno de Manoliño le explicó que en otras iglesias daban permiso para conciertos, el intermediario de todos los santos en mi aldea, dijo que hiciesen lo que quisieran en otras casas de Dios, pero allí mientras el viviese o mientras el Santo Padre de Roma no le ordenase lo contrario, no se tocaban nada más que las campanas; y solo para llamar a misa, o en ocasiones muy especiales.

  -  ¡¡¡ Idiotus Idiatae !!!......

Decía el cura cuando estaba enfadado de verdad. Algo en latín sería...  ¡ digo yo !.

* NOTA: Paspallás es como se llama vulgarmente a la codorniz en Galicia.

Nucho de Terceiro - 4 de junio de 2.008.

Sigue...

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CAPÍTULO CUARTO

 

  Hoy sábado ya despidíendose la tarde y llegando casi la noche, mientras mi padre va a ver el fútbol al bar, y mi madre anda atareada planchando, yo y mi abuelo nos refugiamos  “no cuartucho”  (pequeño cuarto), amueblado con cuatro sillas y una mesa sencilla, allí estaban el congelar, la nevera, la lavadora, y otros; antiguamente había sido una cuadra en donde se guardaban algunos animales que formaban parte del patrimonio familiar, cuando las hubo que ahora ya no tenemos animales domésticos.  Este es el mismo lugar en donde yo hinco los codos a estudiar, porque si digo que me vengo para aquí, ya nadie me molesta, y a veces estudio y a veces no.

  - Bueno neniño hoy es un día especial, porque te voy a contar lo que Fariñas en aquellos tiempos fue capaz de hacer, con la colaboración de todos los vecinos que vivían con el, en aquél apartado monte, de la antiguamente... muy antiguamente llamada Galitzia. 

Tomó aliento el abuelo, cambió un poco de posición, sobre todo el trasero (por no llamarlo culo, por respeto a los que me están leyendo), pues las sillas eran de buena madera, pero nada cómodas; y prosiguió con su discurso. 

  - Recuerdas que te hablé de el Negro, el padre de Fariñas, y recuerdas que te dije que era muy observador, que mucho tiempo del que se pasaba en el monte solo, lo empleaba en la contemplación de los animas, tanto es así que parece ser que estaba totalmente integrado en aquella fauna salvaje...

  - ¿ Pero abuelo no quedamos en que los animales de entonces eran muy peligrosos, que tenían mucha hambre y que estaban acostumbrados a  “merendarse como quién dice”,  a cualquier hombre o mujer ?.  –Añadí con firmeza-.

  - Pues parece que si, que así era casi siempre, pero cuando los animales no estaban tan necesitados, pues también se dedicaban a vivir y no a perseguir.  ¡ Bueno... a lo que íbamos !.  El Negro sabía lo que nadie en aquellas tierras, y quizás en otras muchas, del comportamiento de cada especie animal, que con ellos convivían... (lobos, algunos osos, zorros, jabalís, corzos, conejos, liebres, y multitud de pájaros, amén de otros animales más).

  - ¡ Caray !.  Ahora de esos todos quedan pocos.

  - Pues si desafortunadamente. Pero en aquellos tiempos de lo que llamamos  hoy  “medio ambiente”, había mucho, y a pesar de los apuros, era mas favorable para los animales que para los hombres. Pero...  ¡ coño rapaz !. Que no me vas a dejar contar lo mejor hombre.  ¡ Escucha !!! ....

  - Por lo que el Negro le contó a su hijo Fariñas, los animales tenían la costumbre de recurrir a una hierba bastante abundante por allí, que era conocida por el nombre de  “adurmideira”  (algo así como “adurmidera...  la que duerme”), quizás como el  "opio"  de hoy en día que tanto daño hace a la gente que cae en el vicio de consumirlo, pero me supongo que no sería la misma hierba exactamente claro; pero bueno lo cierto es que los animales cuando estaban muy heridos o se sentían muy mal a causa de una enfermedad, cuando el instinto les decía que la muerte les visitaría pronto, la comían, y después al beber, porque les daba mucha sed su ingestión, entraban en una especie de trance, por el que no sufrían de los dolores que les aquejaban; parece que entraban como en un trance, y muchos se morían con tranquilidad, y otros se recuperaban  (quizás los menos), pero bueno lo cierto es que los inteligentes animales, se sedaban con plantas naturales, algo parecido a lo que hacen ahora los  “curanderos” con nosotros. 

Aclaro que curanderos es como le llama el abuelo a los médicos, incluso a algunos del ambulatorio les llama  “vetrinarios”.  Yo aprovecho entonces para aclararle que no es así, que la palabra es veterinarios.

  - Bueno como quieras listo,  ¡ pero a mi me entendéis todos perfectamente !.

  - Sigo... pues Fariñas se quedó con todas esas enseñanzas, y como desconfiaba de algunas de ellas, por lo extrañas que parecían, el mismo se dedicó a contemplar también algo a los animales, y descubrió que no solo eran ciertas todas, sinó que había muchas más y muy curiosas. Pero no voy a entrar ahora a contártelas, porque ni las se todos, ni el tiempo que queda nos permite entrar en muchos detalles, que si seguimos así, me llevará contarte todo más años que tiene  “El Latinero”.

  - Jajajajajaja abuelo... los mismo que tienes tu.... jajajajajaja. 

  - ¡ Bueno bueno !.  A lo que estábamos.  –Dijo poniéndose tan serio como su enemigo el cura, cuando el de la sotana decía aquello que os dije, que creía que era latín-. 

  - ¿ Recuerdas quien era Brandán ?.

  - Siiiiiiii.... el hijo de Fariñas.  ¡ No !. 

  - Pues si, efectivamente.  Veo que estás atento, ya sabía yo que tu te parecías más a mi que a tu padre. 

No dije nada a mi abuelo por aquello, que más daba parecerse a uno que a otro, no eran malos ninguna de los dos.

  - Pues Brandán es el que contó todo lo que te voy yo a contar a ti, y por lo que te voy a decir, sabrás porque Fariñas se propuso que la historia de la familia perdurase a través de los tiempos; o al menos que los acontecimientos que el vivió no se perdieran. Pero mejor lo dejamos para otro día, porque eso merece que lo escriba según lo recuerde, y te lo cuente paso a paso, solo por esa  “batallita”  y por sus detalles sabrás que ha valido la pena oírme todos estos dias. Más adelantes cuando lleguemos a otras generaciones de la familia, también hay episodios muy interesantes, pero este que te contaré mañana o pasado, es muy singular, y además de una valentía extrema...  por los medios, por el lugar, por la época, y por las circunstancias de entonces.

  - ¡ JO !...  Abuelo como creo que se dice en el Quijote, me dejas... patifuso.. cabizbajo.. y boquiabierto.... jajajajajajajaja...

 

Nucho de Tercerio - 9 de junio de 2.008.

Sigue...

 

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