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Senén Campos Maceiras

- DE INTERÉS SOLO PARA RESIDENTES EN ESPAÑA -

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(Roberto nacido en este mismo pueblo de A Estrada, es Licenciado en Derecho y posteriormente doctorado por la Universidad de Santiago de Compostela, fue profesor en la Universidad de A Coruña, y posteriormente profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Santiago de Compostela. Ha colaborado en varios periódicos y revistas, siendo columnista de La Voz de Galicia. Ha sido profesor invitado en numerosas universidades extranjeras, e investigador en otras.)

 

Los eurodiputados las prefieren «business»

 

Viernes 08 de abril de 2011

La ejemplaridad es una actitud esencial en cualquier orden de la vida: los padres fumadores pierden toda autoridad para recomendar a sus hijos que se aparten del tabaco, como los profesores gandules son los menos indicados para exigir a sus alumnos que trabajen.

La razón de que las cosas sean así resulta bien sencilla: como los humanos somos seres racionales (al menos, lo somos la inmensa mayoría) la razón nos lleva a pensar que quien recomienda una cosa y hace la contraria es un cínico o, sencillamente, una caradura. En todo caso, nadie de fiar.

No es difícil decidir en cuál de las dos categorías (cínicos o carotas) debe incluirse a los eurodiputados que se han negado a aprobar una medida en virtud de la cual sus sueldos quedarían congelados y sus viajes deberían realizarse a partir de ahora en butacas de turista y no de business: en ambos grupos.

Con la crisis arreciando en un país donde ya no caben más parados, se han congelado las pensiones de quienes viven casi con lo mínimo y rebajado de forma sustancial a varios millones de funcionarios el salario que todos ellos habían consolidado con su trabajo y con su esfuerzo, a nuestros eurodiputados les ha parecido poco práctico que no subieran sus salarios (que, como sabe todo el mundo, son verdaderamente formidables) y poco confortable tener que viajar en turista, cuando pueden hacerlo en business, donde dan whisky y bocadillos.

Todos esos diputados, que han demostrado una desvergüenza inconcebible al no estar dispuestos a hacer ningún esfuerzo, ni aún para dar ejemplo a quienes las están pasando canutas, lo son de una Europa que está exigiendo a los Gobiernos de la Unión que practiquen ajustes sociales de dureza social extraordinaria.

Hoy recomiendan las autoridades europeas que no crezcan los salarios, mañana que se amplíe la edad de jubilación y se reduzcan las pensiones, pasado que se restrinja o suprima de raíz esta o aquella prestación. Y los Gobiernos, sean de un signo o sean de otro, se aplican jubilosos... a apretar el cinturón de los demás.

Pues de eso se trata al fin y al cabo. No de que lo que cobran los europarlamentarios o lo que nos cuestan sus billetes vaya a servir para salir de la crisis en que estamos, sino de que quienes están pidiendo a los que ya no pueden más que sigan haciendo durísimos esfuerzos se rían de nosotros con su aumento salarial y sus asientos de primera.

Salvadas todas las distancias, Winston Churchill pidió un día a los ingleses sangre, sudor y lágrimas para ganar la guerra a los fascismos. Lo hizo desde el búnker espartano donde, en Londres, soportó toda la guerra. ¿Se imaginan qué hubieran pensado sus compatriotas, si quien les propuso tales sacrificios, lo hubiera hecho tomándose un daiquiri bajo las palmeras de una playa del Caribe?.

http://www.lavozdegalicia.es/opinion/2011/04/08/0003_201104G8P17993.htm

 

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SENÉN CAMPOS MACEIRAS

A ESTRADA - 08/04/2.011

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